Necesidades peligrosas: PARTE I

EL DESGASTE DE COMPLACER SIEMPRE

Llegamos a aceptar cargas que no nos corresponden.

El sentimiento de querer ser aceptados por nuestro entorno forma parte de la naturaleza social del ser humano. Por esta razón muchas veces generamos pequeñas conductas cuyo objetivo no es sino conseguir mejorar la convivencia y el aprecio de los demás. Usar un perfume, o alabar el gusto estético del otro son sólo ejemplos de ello. Sin embargo, este hecho tan normalizado se convierte en ocasiones en origen de malestar cuando adoptamos comportamientos poco saludables en la necesidad de complacer a otros, llegando a aceptar cargas que realmente no nos corresponden.

¿QUÉ NOS EMPUJA A COMPLACER A LOS DEMÁS?

A veces son actitudes aprendidas durante nuestra infancia, donde hemos creado una estructura en la que el miedo a fallar a los demás y que nos rechacen marca nuestra pauta de comportamiento. No haber sido valorados, o recibir un amor condicional pueden haber influido en la aparición del miedo a ser abandonado, que en ocasiones está ligado a no sentirnos dignos de amor, a preocuparnos excesivamente por estar a la altura de las expectativas que creemos que los demás tienen de nosotros, a la renuncia del bienestar para encajar con el grupo elegido. Otras veces es un debate moral (y social) asociado a la culpabilidad y el remordimiento de no hacer lo “correcto”

CONSECUENCIAS

Auto-negligencia

Cuando nuestra vida gira en torno a otros, nuestro autocuidado se relega o desaparece, lo que nos lleva a un desgaste de energía inmenso, generando consecuencias psicológicas (como ansiedad, estrés, estados depresivos) y físicas (insomnio, sarpullidos, úlceras estomacales). En muchos casos estos síntomas físicos tratan de “sublimar” nuestra necesidad de decir que no, ante la incapacidad de hacerlo sin justificar un malestar que nos impida complacer al otro. Por ejemplo, el trabajador que desarrolla un síntoma físico que sí le justifica coger una baja que, de otra manera, no cogería porque nunca ve un motivo suficiente de malestar para “permitirse” una baja.

Perder nuestra identidad

Quitar tiempo y negar necesidades hace que terminemos por perder de vista nuestras propias pasiones, objetivos vitales. En ocasiones nos encontraremos actuando de forma diferente según el ambiente en el que estemos, con tal de buscar la adaptación, aparcando la opinión propia y lo que nos hace especiales, únicos e irrepetibles con el fin de ser aceptados o de evitar lo que creemos que será un conflicto por “llevar la contraria”

Sentimientos de rencor

Con el paso del tiempo, estar siempre para los demás hace que surjan sentimientos de disconformidad que irán en aumento. En parte, porque siempre hay una expectativa inconsciente de reciprocidad en nuestro modo de actuar. Esto hará que surjan enfados o ira que se manifiestan en conductas pasivo-agresivas, o discursos incongruentes a ojos de los demás (que desconocen el conflicto interno que atravesamos).

Y tú, ¿Sientes que vives para los demás olvidando el cuidarte? Desde Psicokide estaremos encantados de escuchar tu historia y ayudarte a dar los pasos que necesites.

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