¡GUÍA PARA NO AUTOBOICOTEARSE!
Muchas veces no logramos comenzar un cambio a pesar de nuestros reiterados intentos de llevarlo a cabo. Podemos pensarlo una y mil veces, sentir que nos hemos decidido y, sin embargo, no ponernos en acción. ¿Por qué? Instintivamente volvemos a lo conocido porque es más fácil de asumir que entrar de lleno en la incertidumbre de las nuevas adaptaciones.
¿CÓMO SALIR DEL CÍRCULO VICIOSO?
COMPROMISO
El primero, y el más importante. Si no nos responsabilizamos realmente del cambio que queremos implementar, nunca llegará. Además, va a conllevar un esfuerzo mental de grandes dimensiones, cosa que suele hacernos ver la cuesta más empinada. Puede que todavía el malestar de no cambiar sea asumible y que tengamos un dicho que es “toca fondo e impúlsate”, pero ¿de verdad tenemos que esperar a no poder más para dar el paso?
¿A QUÉ NECESIDAD ATIENDE EL CAMBIO?
Es decir, con qué finalidad queremos realizar este proceso. ¿Qué es lo que me lleva a querer esto para mí? ¿Cuáles son mis expectativas? ¿Lo hago porque “tengo que”, porque “quiero”, porque “necesito”? ¿Lo hago por mí o por otros? ¿Lo hago desde el deseo o desde la autoexigencia? Una buena forma de visualizar nuestras motivaciones es anotándolas en un papel ya que rumiamos las respuestas a estas preguntas, el plasmarlas y verlas reflejadas en nuestro mundo externo pueden facilitar la claridad, la aceptación y el afianzamiento de nuestro compromiso hacia e cambio.
DEFINIENDO LOS OBJETIVOS: LA HOJA DE RUTA
Desde dónde partimos y hasta dónde nos planteamos llegar y supone un ajuste de las expectativas.
Los objetivos deben ser medibles, ajustados a la realidad y a nuestras capacidades (económicas, de tiempo, de recursos personales, contextuales…). Resulta imprescindible que sean progresivos: en muchas ocasiones abandonamos antes de empezar pues vemos el final del camino demasiado lejano, sin horizonte que nos oriente.
Centrémonos en el aquí y ahora. Los pasos no tienen por qué ser grandes, sino del tamaño que en cada momento uno pueda afrontar. Aquí remarcamos la importancia de valorar cada paso, cada esfuerzo, y también los retrocesos que puedan surgir, porque en ocasiones son de ellos de los que mayores aprendizajes sacamos.
Entrenar la atención hacia lo positivo que nos está aportando el cambio es una perfecta automotivación (¡dejemos de buscar excusas para justificar la pereza de gastar energía haciendo algo diferente en esta ocasión!)
EVITAR LAS COMPARATIVAS
No somos ningún otro que no sea uno mismo, por tanto, cualquier comparación parte de premisas erróneas. Aceptémonos con nuestras virtudes y carencias. Seamos amables con nuestro ser: el cambio siempre es duro, sobre todo al comienzo. A veces saldrá muy bien, y otras veces costará más el buen resultado.
Como personas diferentes, necesitamos tiempos y espacios desiguales: vamos a concedérnoslo. Autoboicotearse no ayudará a mantener los cambios realizados, sino a fracasar. Asumamos, integremos, que cada uno tiene su propio camino y su propia mochila (y dentro de ella sus propias experiencias vitales).
Y si tropiezas no dejes de intentarlo y repetirte en el intento: Inténtalo hasta que para ti sea tan fácil como cuando hacer lo contrario era tu conducta habitual.
Si tienes problemas para implementar los cambios en tu vida, desde Psicokide estaremos encantados de poder ayudarte!